viernes, 8 de agosto de 2014

El conflicto entre Israel y Palestina no acabará en unas semanas



He hecho un experimento tonto, pero creo que me ha salido medio-bien. Rescato este texto que escribí en Febrero de 2009 (hace más de cinco años) sobre el conflicto israelí-palestino y que por aquella época acababa de vivir otro aumento excesivo de violencia y sin razón. En él analizaba como mucha gente opina y desopina del mismo en España dejándose llevar sólo por su ideología política y, si os dais cuenta, puede aplicarse ahora mismo como con papel de calcar (en especial en el tema de los medios de comunicación). Aquí os lo dejo:

EL CONFLICTO ENTRE ISRAEL Y PALESTINA NO ACABÓ HACE UNAS SEMANAS (22 de Febrero 2009)

Somos un país al que le gusta la polémica. Piénsenlo. Cualquier tema con fuerza que esté en el escaparate público puede haber salido de una polémica o causarla a posterior. Ejemplo más reciente:  el conflicto entre Israel y Palestina.

Más allá de los más/menos especialistas en el tema, parte de la sociedad movida por la presión de la opinión pública, los medios de comunicación y los políticos acaba posicionándose en este conflicto hacia uno de los bandos y, sobre todo, especialmente en contra de la parte que apoya al bando contrario.


Si usted lector, tiene una idea apolítica, neutral y formada propiamente, bienvenido. Si es de izquierdas, apoya a ultranza al pueblo palestino o cree que Israel es el maligno personificado en la tierra como país que no tiene derecho a serlo, que sepa que no tiene ni idea. Si por el contrario, es de derechas o simplemente se siente identificado con el pueblo israelita y cree que lo que ha sufrido Palestina en la última ofensiva es lógico y merecido, basándolo en la existencia de los terroristas de Hamás, que sepa que tampoco se entera de nada. Dos grupos de desinformados, o de parcialmente informados.

Como en España nos encanta la polémica, pues que mejor que de un conflicto bélico que ni nos va ni nos viene (directamente como nación) saquemos un enfrentamiento entre nosotros. Los que apoyan a Hamás, los ‘progres’, se alterarán ante mi afirmación y replicarán que todos los conflictos bélicos del mundo nos afectan. Pero que enumeren guerras en el mundo en las que sepan que está sucediendo y a quién apoyan allí. Además, la teoría de que estos últimos ataques los comenzó Israel, cierto, es una razón interesada y vista con un prisma muy cerrado.
Este conflicto que nació en 1948 (y que tiene precedentes necesarios de su conocimiento mucho antes) hace imposible que a estas alturas se pueda quién, cómo y de qué forma tiene más culpa en una historia sin razón y coherencia de la que, además, la sociedad internacional también tiene su aportación negativa. Con germen en la Primera Guerra Mundial, pasando por la Segunda y el Holocausto, las guerras por el Canal de Suez, la de los Seis Días,  las Intifadas y las resoluciones inservibles de la ONU, llegamos a una cifra superior a 50.000 muertos en total desde su comienzo.


Por tanto, ¿qué necesidad existe de posicionarse de un lado u otro, o ir en contra de lo que opine aquí el gobierno o la oposición sobre el tema sólo por ese simple hecho?  Por ejemplo, antes de que existiera Hamás ya había guerra allí. ¿Cuánto sabemos la mayoría de los que opinamos de la situación como para decantarnos con seguridad? Pues ni más ni menos que lo que quieren los políticos y los medios de comunicación. 

El ‘efecto Guadiana’ tan habitual en los periódicos y televisiones, muestra como hace un mes los ataques de Israel y todo lo que lo rodeaba era el tema habitual en tertulias y editoriales para, posteriormente con el fin de los mismos (que no de la violencia en la zona), pasar sin pena ni gloria por las páginas de internacional o los telediarios de la tele, siendo ahora tema menor la formación del gobierno en Israel. Lo lógico serían menos discusiones entre nosotros por lo de fuera, que bastantes problemas tenemos con la crisis económica, etc. Lo de Israel y Palestina ni San Obama puede arreglarlo (ojalá me equivoque). Es un problema que, desgraciadamente, se resume en muertos y ataques, pero en el que hay mucho más.

lunes, 4 de agosto de 2014

Pura pasión

Hablar sobre los periodistas españoles especializados en fútbol internacional es un absoluto camino de espinas. Los más entendidos en la materia les ven, por lo general, como demasiado frívolos y, en muchos casos, con menos conocimiento del que parecen publicar. En cambio, para los menos fanáticos del balompié simplemente son unos ‘bichos raros’ que hablan de un fútbol que no les interesa o, como me dice un colega, les tienen como a “unos ‘boca chanclas’ de tomo  y lomo”. Pese a esto, entre unos y otros también los hay admiradores de su trabajo.

Muy posiblemente, muchos de los que hayáis leído lo de “especializados en fútbol internacional” en la frase inicial habréis pensado rápidamente en dos o tres nombres destacados de estos periodistas. Y, por encima de todos, seguro que a vuestra cabeza ha acudido rápidamente la imagen de Maldini (Julio Maldonado), el mítico periodista de Canal+, Digital+, MediaSet, Diario As, Cadena Ser, etc.

Maldini: Detestado y admirado por partes iguales. Y, junto con el gusto particular de cada uno, seguramente la primera acción viene dada por el paso del tiempo y una ya larga trayectoria (además de esa sensación de tenerlo ‘hasta en la sopa’ por trabajar en tantos medios) y la segunda y contraria acción por una cantidad de conocimientos innegables que este periodista tiene.

Pero la mayor o menor aversión/admiración por Maldini no es el tema a tratar. Particularmente es un periodista que me gusta o al que, por lo menos,  tengo claro que envidio por la tremenda capacidad y oportunidad para ver tantísimo fútbol como ve y por la sensacional videoteca y hemeroteca de la cual hace gala.

Y este sí es el tema del que quería hablaros. ‘Puro Maldini’ (Ed: Planeta) es el último libro (tengo otro anterior del que no salí tan encantado como con este) que el periodista ha publicado en el que por un lado sus imberbes experiencias periodísticas (en los inicios de los 90 con el nacimiento de Canal+) hacen vibrar a todo aquel al que le pique el gusanillo junta-letras y que no haya vivido una época tan abierta a la oportunidad de hacer cosas nuevas (remuneradas, claro), además de tan opuestamente virgen a la que vivimos ahora.

Actualmente, si se sigue el deporte es fácil destacar a los profesionales de Digital+ como los mejores informadores y es curioso, a la vez que entretenido, leer como Maldini ‘and Company’ relatan aquellos sus primeros pasos convirtiendo en anécdotas sus propias experiencias.

Y por otro lado está el fútbol. Maldini deja algo más de lado (casi completamente) el balompié actual y se centra en indagar en su memoria futbolística desde los años 70 en adelante para, apoyándose en la MARAVILLOSA hemeroteca que tiene (revistas de fútbol de varios países como Placar, Guerin Sportivo, France Football, 4-4-2 o Mundo Deportivo entre otras muchas), recordar equipos míticos, los mejores partidos internacionales de la historia, repaso por las Copas del Mundo,  las carreras de futbolistas y técnicos que le impactaron y un largo etcétera de pequeñas joyas escritas con una prosa fácil y que destilan pasión. Es decir, puro fútbol.

“De verdad, os recomiendo el libro de Maldini”, les comenté vía ‘Whatsapp’  a unos amigos muy futboleros. Su respuesta, más que esperada, fue la siguiente: “Puffff, Maldini es que me da mucha pereza”, “Yo es que le he cogido tirria en la retransmisiones” y otros prejuicios personales que ya conocía. Pero les insistí: “Hacedme caso. Profundiza en partidos míticos como el Brasil-Italia del Mundial de España, en el Ajax de Cruyff o en grandes equipos sudamericanos”. “¿Ah, sí? Interesante. Bueno, si va sobre eso lo mismo si me interesa”, me contestó alguno.


Y con eso me quedo. El libro se completa con prólogos y capítulos de compañeros de Maldini que tienen menos interés (aunque destacable el del gran Antoni Daimiel, importante periodista de baloncesto, que cuenta como compartió de joven piso con el propio Maldini y con el televisivo Nico Abad), pero en resumen, ‘Puro Maldini es un lectura fresca, rápida y que, repito, destila mucha pasión por el periodismo y por el fútbol. Y para uno, como este que escribe, que anda cada vez más escaso de ambas cosas por el panorama actual, este libro es una pequeña pero importante bomba de oxígeno.